Nada que contar, así que dejo fotos del castillo de Edimburgo.
Cuando salí del castillo de Edimburgo vi que la Royal Mile conectaba a éste con el palacio, así que ¿por qué no ir directa y comer algo allí?
Pues en un principio iba a coger el tren de las 9:10, pero circunstancias de la vida, me desperté a las seis de la mañana y ¿acaso iba a desaprovechar la oportunidad de llegar antes a Edimburgo? Claro que no.
Quiero preparar un post decente, porque Edimburgo, señores y señoras, se lo merece. Ha sido el mejor día del mundo, incluso mejor que el día en Inveraray (que no significa que vaya a cambiar mi residencia a Edimburgo … No, no, me sigo quedando con mi castillito de ahí arriba jijiji) Pero ay … Edimburgo … Cómo me has encantado.
Y como quiero explicarlo todo bien y contar las pequeñas historietas que me han pasado (como que me pongan un kilt delante de unas 150 personas) mañana será otro día. Me he levantado a las seis de los nervios, he salido a las siete y media para coger el tren de las ocho, porque antes que el tren, tengo que coger un autobus. Además, el viajecito en tren es de, ni más ni menos, que dos horas. Échale ocho horas más andando y subiendo pendientes y escalones y algún que otro piropo de tíos con banderas pintadas en la cara porque hoy había partido de rugby, y por último otras dos horas de vuelta. No, hoy no estoy como para contar nada, y eso que mis ganas no son pocas.
Pero sí, Edimburgo se merece más que un post hecho deprisa y corriendo y contandolo todo a mitad. Palabrita de que mañana te cuento mi aventura de hoy.
:)