Y ahora sí que sí, el castillo. Nunca he visto un castillo como este. Nunca.
No dejaban hacer fotos dentro, así que ninguna es mía (salvo la de arriba)… Pero tenía que poner algunas para que lo vieras.
Aunque no se aprecia, en el comedor habían dos grandes barcos encima de la mesa, de oro macizo.
Las tablas redondas de encima de las puertas del comedor, las encontraron en Italia y las restauraron a mano.
Y las contraventanas del salón están pintadas a mano.
No he podido encontrar más fotos, pero en las salas de las esquinas del ala norte y este, había una puerta secreta que daba a pequeñas habitaciones en los torreones. La primera nos llevó a una habitación repleta de vajillas de todos los colores. Y la otra a una habitación llena de fotos, recortes de revistas y periódicos sobre la vida de los duques.
Pero la mejor sala fue la de armas. No tengo palabras para describirla, y lo que es peor, en la foto no se puede apreciar cómo de magnífica es.
Pero bueno, lo que más me gustó fue el ambiente. Los guardas de la puerta principal te la abrían a tu paso como si de una princesa te trataras, y mientras tú ibas de un lado a otro admirando las cosas, ellos se adelantaban a ti para avivar el fuego de las chimeneas antes de que pasaras por al lado.
Además, los duques viven en ese castillo, y se notaba. Los niños habían hecho pequeñas calabazas que estaban por todas las mesas.
Y cuando salimos hacia el coche, vimos una televisión encendida en una de las ventanas… ¿Sabes quién había dentro de la habitación? ¡La Duquesa y uno de sus hijos!
¡¡Qué emocionante!!